
Hace diez años de la desaparición de una de las personas más ilustres de nuestra ciudad: Vicente Picó Nogueroles. Es, ha sido, un ejemplo de superación, de buen hacer (de lo que faça falta), por y para el pueblo. Diez años dan para mucho; tienes tiempo, de ver, de escuchar, y sobre todo de trabajar, según nuestro mentor nos enseñó.
Vicente (mi padre) fue una persona que transmitía cariño y entusiasmo, alegría y consuelo, aún a pesar del trabajo o la actividad a la que se dedicaba. Funerari, enterraor…cuántos adjetivos mas podríamos añadir a alguien que nunca se tomó a mal ninguno de ellos.
Amigo de sus amigos. Trabajador social sin título, por el gran trabajo que realizó para mucha gente. Sí, era un empresario que ya trabajaba como una ONG sin saber lo que ello significaba. Y cuando yo era muy joven, le decía: Papá ¿usted no sabe que así no ganamos nada? Y él contestaba: mut i a treballar, fill. Sí, en valenciano me decía “si hay que hacerlo se hace”, y así lo hacíamos como decía mi padre.
Qué grande…Solo con poner este artículo, en las redes sociales, con la aceptación que tiene, me siento satisfecho. Como cuando lo hace mi sobrino Álex, el cual no es que lo sienta más que el resto de sus nietos, pero es el nieto que mas disfrutó de ÉL.
Aún recuerdo cuando Antonia la de Taroncher me contaba que un día iba hablando solo en el furgón y cuando paró aquí, en el semáforo de la Calle Mayor donde ahora tenemos la oficina, Antonia se acercó y vio que no hablaba solo: le hablaba a mi sobrino, al igual que luego hizo con mi hijo y con el resto.
Cuánto se echa de menos a alguien, sobre todo cuando ha perdido el sueño por los demás. Por favor, no me tachéis de egocéntrico ni de egoísta al hablar así de mi padre. Seguro que como el habrá habido muchos Moncadenses, hijos o no del pueblo, ya que mi padre era de Turís, que se merecen homenajes como este que Antonio Ros me deja hacer en este décimo aniversario de su desaparición, de su partida. ¿Os podéis creer que nunca hablamos, siendo funerarios, de cómo le hubiese gustado que fuese su funeral? Sí, improvisamos y ¿sabéis qué? Que a su entierro vinieron mas de tres mil personas, y eso nos enorgullece a mi madre, a mis hermanas y a mí.

Qué orgullo haber sido hijos tuyos y qué lástima no haberte podido dar el homenaje que muchos tienen la suerte de recibir en vida. Papá, te mereces esto y más, y posiblemente hasta una calle, porque entierro como el tuyo no lo habido en este pueblo y posiblemente en mucho tiempo no lo habrá.
¿Por qué escribir después de diez años?
¿Por qué recordar lo que todos los días recuerdo?
Tu ausencia, dicen.
Tu marcha, recuerdan.
Tus logros, replican.
Tus dones, tu vida entregado a los demás.
Una vida marcada de lucha y de trabajo.
Esa vida que nos dejó armados, pero sin armas.
Aguerridos, pero sin guerra.
Enamorados, pero sin flechas.
Entusiasmados, pero sin ti.
Sin ti nos quedamos hace diez años.
Pero, todos, cada uno de nosotros, no hay día que olvidemos, que sí, que ya hace diez años que te marchaste para siempre, sin esperarlo. Y pensamos, y rogamos: HASTA SIEMPRE. Y como dijo el Gran Gardel, creemos en aquel…
“adiós compañero de la vida, alma querida…”
Ay mi padre, ya no estás.
Te echamos de menos Papá.