Tomar decisiones a cuenta de la memoria histórica de manera unilateral por parte del Sr. Concejal de turno, es remover la memoria de los muertos que llevan 80 años descansando víctimas de una guerra civil en la que todos fueron y somos perdedores.
¿Qué pretende con esto? Una demostración de fuerza y contentar a sus seiscientos votantes para que le sigan votando y pueda seguir disfrutando de su cómoda posición de concejal liberado a cuenta del erario público, que dicho sea de paso tiene usted todo el derecho y así lo dice la ley.
La Comisión de la Memoria Histórica esta, sino lo entendido mal, para recuperar la memoria de todos los que fueron ajusticiados sin derechos y que yacen y duermen en fosas comunes o cunetas olvidados por la historia. Nadie puede negar que muchas familias necesitan encontrar la osamenta de sus seres queridos para darles una sepultura digna, y saber por fin a donde ir a visitarles. Quizá así se cierre una de los episodios más crueles y bochornosos de nuestra historia reciente y la España actual sea capaz de pasar página.
Que usted se erija en el justiciero vengador y sin venir a cuento elimine una placa de una sepultura común en el Cementerio de Moncada demuestra una soberana ignorancia y ganas de traer el presente hechos y circunstancias que deberían seguir en el pasado. ¿Se ha parado usted a pensar que los enterrados en esa tumba colectiva, sus familias y herederos tienen todos sus derechos igual que todas las víctimas de la contienda? Además, la lápida que usted ha quitado de ahí tiene propietario: son los herederos de los que allí yacen.

Desde aquí yo le invito a que reflexione. Usted quiere honrar la memoria de todos los que cayeron por defender unos ideales republicanos, pues entonces sea un poquito más inteligente. Nadie le va a poner a usted ninguna pega si decide erigir un monolito en el Cementerio de Moncada que recuerde la memoria de todas estas personas. Abra una suscripción popular. Este periódico pone los primeros 100 € y además le aplaudiremos.
Publicamos en la sección de opinión una carta de uno de los descendientes de los sepultados en esa fosa común que refleja la frustración que conlleva el atropello de derechos. Vivimos tiempos convulsos en los que muchas formaciones políticas se empeñan en situarnos en la casilla de salida, allá por los años 70 del pasado siglo. Es como si quisiéramos olvida La Ley para la Reforma Política aprobada en referéndum en 1976 y que contenía la derogación del sistema franquista, elecciones democráticas y legalización de partidos políticos. Los políticos de esa época, incluyendo los de su signo político, tuvieron altura de miras para estabilizar el país y afrontar una transición que trajera de nuevo la democracia y nos garantizara paz para todos los españoles.