La anacrónica y desacertada Ley de Memoria Histórica (LMH), ha irrumpido con flagrante injusticia el sosiego de nuestros seres queridos. 80 años de espiritual recuerdo se han visto truncados de forma súbita por alguien que con celo exacerbado se le ha ocurrido romper la Paz del Cementerio de Moncada, al carecer de toda sensibilidad y respeto hacia los muertos, así como un desconocimiento total de la historia.
El allanamiento del Panteón, donde están enterrados los asesinados el 21 de Agosto de 1936, desgarrando la lápida donde están relacionados nominalmente, no dice nada en favor del Ayuntamiento, sino todo lo contrario, denota una falta de rigor histórico. ¿El motivo?, la inscripción: ¡¡ Caídos por Dios y por la Patria !! Dos verdades irrefutables.
La inviolable Ley de la Propiedad ha sido transgredida por desconocimiento de la historia. El Panteón erigido en memoria de los que fueron asesinados por su Fe Cristiana, ha sido construido, pagado, mantenido y conservado por sus descendientes. Nada que ver con la extemporánea LMH que fomenta, 80 años después de la cruel y desgarradora Guerra In-civil, la división, el rencor, el desafecto entre los españoles; pasando por alto la Transición, ejemplo que fue para el Mundo.
Mi abuelo materno, RAFAEL GUINART GARCÍA, fue asesinado en Agosto del 36, en la cuneta de la carretera de Torrente, víctima del odio anticlerical que se desató previo a la Guerra In-civil. Para mayor vileza, fue señalado-denunciado por algunos vecinos de su querida Ciudad de Moncada, a la que ofrecía las horas libres que le dejaba su Carpintería del “carrer del Negre”. Carpintero y Ebanista, un “manitas” colaboraba con la parroquia manejando el complicado proyector de cine en el salón parroquial, para que, sobre todo los niños, disfrutaran viendo “¡¡ aquellas primeras películas !!” Por su carpintería pasaban todo tipo de personas y encargos, ayudando siempre de forma desinteresada a quién se lo pedía. Hombre trabajador y cordial, amigo de sus amigos. No tenía enemigos,………¡ o eso creía él !. A su cargo tenía, a su mujer, su anciano padre, una hermana delicada de salud y dos hijas de 8 y 11 años. Cinco personas. Su buen hacer le llevó a colaborar con el escultor imaginero D. José Mª. Ponsoda Bravo, en la restauración de altares y mobiliario de Iglesias, así como fabricando hornacinas para las imágenes de Ponsoda, entre otros quehaceres.

Éste viendo lo que se avecinaba le dijo que se iba de Moncada y le conminó a hacer lo mismo. Mi abuelo le contestó que no tenía de qué huir. Ponsoda, salvó su vida escondido. Mi abuelo engrandeció el Cristianismo. Fue asesinado por y a causa de su Fé en Dios. Ese fue su gran pecado y por él condenado a muerte. Sin juicio previo. Sin un Tribunal, ni siquiera popular. Sino por un piquete de asesinos, con odio en sus entrañas.
”Infictus” de la sangre más noble y cristina, proclamaban su anticlericalismo, profanando a Dios y a los símbolos sagrados. Así pues mi abuelo, al igual que los que con él fueron asesinados, nada tiene que ver con la “Ley de Memoria Histórica”.
Sí, con la Historia de los millones de Cristianos que ni los Emperadores romanos, ni los Califas musulmanes, ni el Imperio Otomano, ni el Comunismo y más recientemente el Yihadismo podrán hacer desaparecer.
Mi abuela murió, mi madre todavía vive, pero se irá también sin decirnos quién o quiénes señalaron con falsas calumnias a su esposo y padre.
Este comportamiento es ejemplo Cristiano y Católico de Amor, Concordia, Convivencia, ……
Jamás fomentaron el odio ni el rencor para que sus hijas y nietos fraternizaran en paz con sus vecinos. Antagonismo de la Ley de Memoria Histórica.
IN MEMORIAN DE RAFAEL GUINART GARCIA. Su nieto MRJGUINART 05/Marzo/2016